Hay días en que el pecho amanece oscuro y lleno de preguntas. Días en que los ojos no van más allá de la nariz y sus pecas. Son esas 24 horas de la nostalgia, de desasosiego y la espera, tal vez inútil, de que alguien llegue y con un golpe de labios barra la negritud...
Los signos del día
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